Una famosa canción canta que la felicidad está en tener salud, dinero y amor (y el que tenga las 3 cosas que le de gracias a Dios…), pero si te pones a reflexionar sobre este punto… ¿Cuál de las 3 es más importante para ti ahora mismo? Pues resulta que en un estudio realizado en el año 2016 por la Escuela de Economía de Londres (London School of Economics, Reino Unido) en el cual se encuestaron a más de 200.000 personas de todo el mundo, se descubrió que lo más importante para ser feliz era la salud física y mental así como las relaciones sociales.

Dicen que todo es nuevo cuando se mira con ojos nuevos, y no podía ser menos verdad que cuando nos ponemos las gafas de visión energética del mundo. Dentro de esta concepción nos damos cuenta que el cuerpo físico es únicamente la manifestación material de una de las dimensiones del ser humano, y que todo lo que somos y lo que nos rodea es información que requiere distintos códigos de lectura para ser comprendida, incluidos los patrones de salud y enfermedad.

Todo en el Universo es energía en distintos estados de vibración. No estamos separados de todo lo que nos rodea, sino que el ser humano forma parte integral de toda la realidad o matriz que lo envuelve. Podríamos llamar a esta matriz Conciencia, y la conciencia se definiría como un campo de energía sutil en el cual estamos inmersos, y que tiene capacidad de organizar y estructurar. Entonces si nos ponemos las gafas de la conciencia como campo unificado que lo une e impregna todo para ver la realidad, vemos que los distintos niveles de organización son, en realidad, distintos niveles de conciencia, reflejados en los estados de la materia, la energía y la información.

Estos tres niveles no se encuentran separados, sino relacionados entre sí. Cualquier alteración en uno de los niveles puede impactar el resto de campos con los que se relaciona, y por ello se puede contemplar cualquier alteración de la salud como un problema de relación entre los distintos niveles de la conciencia que lo unifica todo, como contemplan diferentes tradiciones médicas ancestrales y modernas (como por ejemplo la Sintergética).

Desde este enfoque, la salud implica una correcta relación (integridad o armonía) entre todos los planos que conforman el ser. Por ello en este marco conceptual, la curación tal cual se contempla en la medicina convencional implica únicamente la resolución de un problema en el cuerpo físico, la dimensión de la materia. Y la sanación, en la resolución en el resto de los planos de la conciencia, constituyendo un aspecto superior de la curación. Cada persona por sí misma es capaz de restablecer las relaciones entre las distintas esferas o planos que lo conforman, y el terapeuta actúa como acompañante del proceso de sanación, como vehículo de la energía de sanación y de reordenación de los patrones que se encuentran desalineados en el paciente. Desde este punto de vista contemplamos la enfermedad como un desequilibrio del estado natural del organismo, y buscamos restablecer su integridad estimulando sus propios procesos de autorregulación.

Por ello mirar a la persona “como un síntoma y/o una enfermedad” en lugar de como un complejo y rico sistema de relaciones en sí misma merma de base la capacidad de resolver cualquier intervención terapéutica con éxito.

Si lo contemplamos como la segunda opción, comprendemos que cualquier acto terapéutico es único y extraordinario, y constituye en sí mismo un delicado proceso artesanal de orfebrería que se convierte en auténtico arte.

Al no existir como entes aislados en el Universo, esta sanación, a su vez, puede tener la facultad de resolver problemas existentes tanto en el paciente como en todo lo que le rodea, incluyendo su árbol familiar. Así cuando un sistema empieza a mejorar, el resto puede mejorar también, y por ello existen tantos tipos de medicinas y terapias conocidas como “alternativas”, que se centran en una pieza del maravilloso rompecabezas del ser humano y que, por ende, impactan y ayudan en el restablecimiento de la salud global del organismo.

 

Verónica Fernández

 

Verónica Fernández es Doctora en Biología Molecular (2008) y Terapeuta Sintergética (2021), Diplomada como Técnico en Control del Estrés y como Monitora de Meditación y Relajación (Federación Española de Reiki, 2020), así como Moon Mother mentora nivel 2 (por la escuela de Miranda Gray, 2015). Es Mentora Profesional Experta certificada y Directora del Área de Salud de la Red Global de Mentores, y colabora activamente con la Asociación Internacional de Sintergética. Su pasión por la divulgación de los puentes existentes entre ciencia y crecimiento personal y espiritual la llevó a crear y organizar la primera Cumbre virtual Crecimiento con Conciencia (enero 2018) y su segunda edición (noviembre 2018), que reunió en total a más de 60 expertos que mostraron cómo los nuevos paradigmas de la ciencia pueden cambiar la visión de nuestra realidad para, con ello, cambiar nuestro mundo. Es autora del libro «Crecimiento con Conciencia», que muestra la ciencia y la espiritualidad de un modo revolucionario para poder aplicar sus conocimientos de un modo práctico en el día a día.