Parte II

Los videntes permanecen más allá del conflicto en armonía, únicamente porque han alcanzado el estado de equilibrio. No es escapar del conflicto, sino situarse por encima de él y disolverlo. Pitágoras dijo lo mismo de otra manera: si dos personas no están de acuerdo, si acuden a una tercera en la que ambos confían, encuentran su acuerdo.

En el día del Equinoccio, debemos procurar pasar de tener solo un punto de vista a adquirir una visión. El punto de vista da una comprensión estrecha, la visión da una comprensión completa y eso es posible cuando uno se sitúa en el lugar que le corresponde. En el ecuador, al amanecer en cada lugar local, el globo recibe las energías del equinoccio y los dos hemisferios reciben luz por igual.

De la misma manera, en nosotros, cuando estamos en estado de equilibrio y recordamos que existimos en la columna cerebro-espinal, encontramos nuestra paz. Por lo tanto, debemos, en la meditación diaria, recorrer los siete centros y movernos arriba y abajo entre Sahasrara y Muladhara. Todo nuestro movimiento debe estar entre Sahasrara y Muladhara, o podemos permanecer un tiempo en un centro concreto, dependiendo del signo solar en el que estemos meditando. Por ejemplo, ahora concluimos Virgo, y por lo tanto también concluye su signo opuesto, Piscis. De Virgo a Piscis puede experimentarse una línea vertical. De manera similar, cada luna llena brinda esa línea vertical así como  el equinoccio.

En el momento del amanecer, debemos asegurarnos de que, a medida que el sol sale y toca nuestra frente en el centro Ajna, y conforme asciende durante el día hasta la tarde, pase por el sistema cerebral central y tocando el Muladhara o centro base al atardecer. Tal contemplación nos permite reconocer la columna central que cada uno lleva dentro. De lo contrario, la meditación no transcurre por la “carretera correcta” del yoga.

Así, a diario se puede recorrer esta columna vertebral recordando los siete centros y permitiendo que, con cada inhalación, la energía fluya por ellos, y con cada exhalación regrese en orden inverso. Inhala y experimenta el viaje a través de los siete centros, exhala y recorre de nuevo la columna de luz en dirección inversa. De este modo, se vive cada día la experiencia del despertar de las energías del Equinoccio en nosotros.

Los solsticios y equinoccios son días de iniciación planetaria. Por lo tanto, para los habitantes del planeta, también son días de iniciación. Los sabios recomiendan relacionarse con el Equinoccio o el Solsticio al menos con tres plegarias –si la personalidad lo permite– hacerlo durante tres días, ya que tres días de preparación conducen a un día de iniciación.

Así como la Tierra construye a su alrededor su órbita y un cinturón de luz que circunda el planeta, también nosotros podemos construir ese cinturón en nuestra columna vertical y en el sistema cerebro-espinal. Por eso, se dio el símbolo de una maza dorada: vuestra cabeza es la parte superior de la maza, vuestra columna es el mango de la maza. Contempla que es un campo de luz alrededor del cual se forma el cuerpo de carne y hueso con sus siete tejidos, plexos nerviosos y nadis. Este aspecto debe incluirse en la meditación diaria para permanecer relacionados con la columna central.

Cuando sigues regularmente el camino de los planetas o el del Sol, te relacionas con la Vía Láctea en ti. Al energizar la Vía Láctea en vuestro interior, poco a poco comienzas a irradiar. Y al irradiar desde dentro, gradualmente os volvéis magnéticos con vuestro entorno y muy efectivo en vuestra acción en el mundo exterior. Ese es el propósito de trabajar con el Equinoccio.

Sri Parvathi Kumar