Cualquiera de las enseñanzas que damos debe trabajarse principalmente en el sistema cerebro-espinal. Los doce meses pueden rastrearse en el sistema cerebro-espinal, los planetas, las veintisiete constelaciones y los centros relacionados con los cinco elementos todo ello puede rastrearse en el sistema cerebro-espinal.
En el Muladhara está el centro para la regulación de la materia, en el Manipuraka el centro para la regulación del agua, en el Swadhistana se regula el fuego, en el Anahata el aire, en el Visuddhi el akasha. Los cinco elementos son regulados y, luego, la mente se regula en el centro del entrecejo. Así quedan cubiertos los cinco elementos.
El hombre es el microcosmos: todo lo que está en el Cosmos debe rastrearse en el sistema cerebroespinal. Así se carga el sistema con la voluntad y se genera el fuego necesario para que se produzcan las transformaciones.
Si te sientas vagamente en meditación, no pasa nada. La meditación es un proceso muy científico. Cuando se practica conscientemente, tiene su impacto. Es como poner fuego bajo una olla de cocina para que el alimento se transforme y adquiera sabor. Un sabor que, luego, transmitimos al entorno.
Tal es el trabajo del Equinoccio, que realizamos en la medida de lo posible en las horas del crepúsculo, a las seis de la mañana y a las seis de la tarde, cuando la noche se convierte en día y el día en noche. Y cuando meditéis, aseguraos de que lo hacéis sentados en el Ecuador. Sentarse en el Ecuador significa sentarse en la columna central. Dondequiera que estéis, no importa mucho. El Equinoccio en vosotros es la columna cerebroespinal. Si adoptas la posición del Equinoccio en ti y buscas la luz en la columna cerebro-espinal cada meditación puede ser una meditación de Equinoccio. No dejéis que vuestros pensamientos salgan de esta autopista. A esto se le llama el Camino Real. El Camino Real en nosotros es la senda por donde pasa la luz del Sol. El Sol es el rey, el dador. Sé un Sol, sé un dador.
Vuestra cabeza misma es un sistema cósmico, vuestro torso superior es un sistema solar, vuestro torso inferior es un sistema planetario. Esta es la ciencia de las correspondencias: aplicándola, permanecemos centrados. Y cuando estamos centrados, no hacemos ni demasiado ni demasiado poco. No hay hipoacción ni hiperacción, sino un movimiento equilibrado. Que esto suceda a todos vosotros, a mí, que transmito este conocimiento, y a cuantos habitan el planeta, para que la Tierra se sienta aligerada en su peso.
El peso de la Tierra proviene solo de los humanos. Nada es pesado para la Tierra excepto el comportamiento ignorante de los hombres. La Tierra siempre ora: que haya tantos discípulos, santos, sabios y videntes como sea posible porque cuanto más se inclina la gente hacia la luz, más livianos se vuelven sobre la Tierra. No son pesados para ella. Las personas pesan sobre la Tierra a causa de su ignorancia. Incluso al caminar, muchos son pesados. La manera en que golpean la Tierra al andar muestra cuán cargados están. Cuando las energías están hacia abajo, el hombre camina con pesadez. Cuando las energías se elevan, camina como si flotara sobre la Tierra. Algunos parecen no pisar realmente con fuerza, es como si flotaran.
Un santo puede flotar, es decir, no causa ni el más mínimo dolor a la Tierra. Es como cuando colocamos una botella sobre una mesa, algunos la ponen suavemente, otros la golpean. Eso muestra la energía que poseen. Si golpeas o pateas cosas, ¿qué energía llevas en ti? Puedes pensar bien de ti mismo, pero lo que transmites al entorno es lo que realmente cuenta. Por lo tanto, no debemos ser pesados para la Tierra. Cuanta más luz acumulamos dentro, más livianos nos volvemos. No busques la medida en la báscula. La medida no es el peso físico, la medida es la ignorancia.
De ser una carga para la Tierra, podemos pasar a ser voluntarios al servicio de la Tierra. Ese es el servicio planetario, el más elevado, mejorar nuestro conocimiento y traducirlo en acciones. Ese debe ser nuestro objetivo en las plegarias diarias, usando la columna cerebroespinal –que representa el camino del Equinoccio en nosotros– como plataforma. Integremos esto, practiquémoslo y seamos menos irresponsables. Ese debe ser el mensaje, no ser tan irresponsables como hemos sido. Ser más responsables con el planeta, con sus cinco elementos, con el reino vegetal, con el reino animal, con todo lo relacionado con la Tierra. Debemos respetar y establecer la relación correcta con todas esas dimensiones para que la Tierra diga: “Sí, este es mi hijo”.
Debemos ser hijos de la Madre antes de ser hijos de Dios. Tenemos la ilusión de querer ser hijos de Dios, pero mientras no agradecemos a la Madre, no podemos progresar hacia el Padre. Incluso Jesús fue hijo de la Virgen antes de ser hijo de Dios. Cada uno de nosotros debe encontrar esa naturaleza virginal en sí. Cuando moramos en nuestra naturaleza virginal, la Tierra se alegra de tenernos como hijos.
Que esto nos ocurra a todos.
Gracias a todos.
Namaskaram.
Sri Parvathi Kumar