Esta es una norma en la que hemos de reflexionar mucho, observar sin descanso. Inmiscuirnos en asuntos ajenos sin ser invitados, es agresión, es Himsa, sin embargo lo hacemos constantemente. Influimos en otros, aconsejamos sin ser consultados, manipulamos, opinamos sin la debida escucha, ni la correcta elección del modo o el timming. Si son personas cercanas, como hijos o cónyuges, nuestra sensación de tener derecho a influenciar en sus vidas, lejos de minimizarse, aumenta.

La actitud correcta es “Yo me rijo a mí mismo y dejo a los otros, que se rijan a sí mismos”. No tenemos derecho alguno de regir a otros, y cuanto antes lo asumamos, antes dejaremos de generarnos un pesado karma.

Acompañar respetuosamente, intervenir solo si se nos consulta, permitir que los demás tengan sus propias experiencias y cometan sus propios errores, permite relaciones auténticas, en donde el respeto y la amistad pueden florecer.  Quizás las relaciones auténticas, sean el mayor tesoro bajo el sol.

Isabella Di Carlo

Texto que forma parte de la ponencia en el Congreso Online Gestores de Conciencia por la Paz

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www.gestoresconcienciaporlapaz.com