El Viernes Santo, día de reflexión y contemplación, nos invita a sumergirnos en el misterio de la entrega. No hay viaje más desafiante, ni cumbre más alta en el mundo entero que la gradual entrega de la voluntad personal, a la voluntad del alma. Nos enseña el Maestro Tibetano que Aries es una cima inconcebible aún para nosotros, es por eso que el Plan, debe descender gradualmente y fusionarse con las fuerzas de la Iluminación en Tauro y el Amor en Géminis, para ser incorporado. La luz nos lleva al amor, y sólo el Amor puede acercarse a la Voluntad de Dios.

Decía Santa Teresa de Ávila “El amor es el lazo que une al alma con Dios y la hace una con Él” y añadía – «es la fuerza que nos permite vencer nuestras debilidades y alcanzar la unión con Dios».

Que este Viernes Santo, la llama ardiente de nuestra devoción por Jesucristo y Buda que  abrieron el camino, son el camino y sostienen a todo caminante,  se inflame hasta incendiar de amor nuestra humilde morada, para consumir hasta las cenizas dudas y temores.

El alma es en verdad un fuego consumidor, la personalidad es lo que tenemos para ofrecer ante el altar de la vida, que la ofrenda sea efectuada y aceptada. Que caminemos juntos, nos ofrezcamos juntos y nos iluminemos unidos.

Isabella Di Carlo